martes, 22 de marzo de 2011

El juego del encuentro

La angustia estrangula la boca de mi estómago, sabiendo que Tú ya no estarás en nuestras calles, en las que como La Maga y Oliveira jugábamos a perdernos y encontrarnos porque como bien dijo Cortázar: “andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos”. Te has ido, olvidando que Yo aún acudo al encuentro cada tarde con la vana esperanza de volver a ver tu sonrisa, sintiendo tu tacto todavía en la yema de mis dedos y oliendo el sedoso perfume de tu cabello. Ahora estás lejos, mirando escaparates por las calles de cualquier otra ciudad y jugando al juego del encuentro con Ella, agarrándola de la mano y arrastrándola por callejuelas oscuras con la seguridad de que te seguirá sin rechistar, porque tienes la certeza de que en el juego de la seducción desarmas a tu contrario. Llegareis al portal de su casa y la abrazarás tan fuerte que le llegará a doler el alma, del mismo modo que me duele a mi porque desearía que esa cintura que tienes entre tus brazos fuese la mía, que ese cabello donde hundes tu nariz fuese el mío y que ese escalofrío irresistible recorriese mi espinada y no la suya.

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